domingo, 28 de junio de 2009

Michael: Un Cuento de Ciencia Ficción

Dije en el articulo anterior que Michael Jackson era todo un personaje de ciencia ficción.
¿Acaso no es como Delphi en "The Girl Who was Plugged In" (James Tiptree, premio Hugo 1974)? Detrás de la luces y el espectaculo, detrás de las hordas de fanáticos y la danza de los millones, ¿acaso no hay una P. Burke escondida en un sótano? ¿Una patética criatura como cualquiera de nosotros encarnando una farsa colosal?
¿Acaso será como Lise en "The Winter Market" (William Gibson) que pudo seguir sacando hits aun después de abandonar el mundo de los vivos?
O puede que en el futuro exista algun fanático de esos realmente fanáticos que logre reconstruir en una Inteligencia Artificial la esencia del rey del pop. Si Simmons en la saga de Hyperion trajo de vuelta de la tumba a Keats y a Frank Lloyd Wright, porque no traer a Jackson.
Sin duda que estas pueden ser referencias oscuras para aquellos que leen poco. Pero estoy seguro que quienes gustan de la animación japonesa podrán citar varios ejemplos de películas que retratan lo que en un futuro no muy distante, incluso hoy, puede significar el ser un artista pop. No, Minmay no. Pero si Sharon Apple en Macross Plus, esa mezcla entre un espiritú humano y una IA que parte siendo el gran ídolo músical de su época y termina convertida en un monstruo asesino. Y si, estoy dispuesto a apostar a que quienes escribieron el argumento de Macross Plus se inspiraron en el cuento de Tiptree señalado más arriba.
Como ven mucho de Jackson, tanto el de los medios como el de carne y hueso, ya había sido imaginado por escritores y guionistas de ciencia ficción. Y mucho más es todavia posible... Así que animo fanáticos que quizas no esté lejano el día en que el rey del pop vuelva con nosotros en su versión 2.0.

Nota: La imagen es Sharon Apple en "Macross Plus".

viernes, 26 de junio de 2009

Michael: Un Cuento de Hadas, de Horror y de Ciencia Ficción.

Michael Jackson ha muerto y la noticia es rapidamente cubierta por los medios. Si, los mismos medios que habían construido aquel impresionante símbolo de la cultura popular postmoderna hacían lo que se supone que debían hacer en ese momento; exponer el más mínimo detalle posible al gran público, a esa masa heteromorfa de consumidores mediaticos que una vez más estamos ahí para presenciar el show. Porqué para estrellas del calibre de Jackson la muerte no es excusa y el show debe continuar.
Es que Jackson fue mucho más que un músico o una estrella. Más allá de la controversia, Jackson siempre fue, y es, una leyenda. Si, todos sabiamos que en alguna parte existía un ser de carne y hueso, una inteligencia, un alma, como cualquiera de nosotros. Pero ese no era Jackson. Michael Jackson fue y es un Mago de Oz que jamas podrá ser expuesto por ninguna Dorothy. Jackson es un formidable espectaculo audiovisual, Jackson es un hombre que quiere ser niño, Jackson es un controvertido usuario de exóticos adelantos médicos, Jackson es la pervertida bruja en su casa de chocolates en medio del bosque.
Michael Jackson es un personaje de ciencia ficción.

jueves, 25 de junio de 2009

¿Que es la Singularidad?

A proposito de mi reseña de la novela de Vernor Vinge "Al Final del Arco Iris" se inició un debate en el foro de Axxon acerca del tema de la Singularidad Tecnológica y que ya lleva cerca de cincuenta intervenciones. Pero, ¿que es esto de la Singularidad y a que viene tanto alboroto?
Aquí expongo en forma combinada un par de mis colaboraciones (con algunas modificaciones) en dicha discusión en un intento de explicar el concepto.

El término singularidad surge de la física y describe un punto en el espacio (en realidad en el espacio-tiempo) donde no se aplican las leyes fisicas conocidas y válidas para el resto del universo. Por eso es "singular".
Los Agujeros Negros son el tipo más común de singularidad física y tal ejemplo nos permite describir algunas características adicionales de las singularidades:
1. Estas se forman cuando una paradoja o contradiccion de las leyes que definen el universo permite la aparición de una variable con valor infinito. Por ejemplo, cuando la densidad se acerca a infinito, tenemos un agujero negro.
2. Dado que las leyes normales han sido suspendidas ninguna información puede surgir desde el interior de la singularidad. Si algo saliera, dicha información podría generar paradojas masivas en la estructura del universo y colapsarlo en el absurdo.

Ahora bien, Vinge y otros personajes han analogado el concepto de singularidad física al de una singularidad tecnólogica o sociohistórica. Según la propuesta, la aceleración del proceso tecnológico está provocando una creciente expansión en la cantidad de inteligencia disponible. Es decir, la variable que se acerca a infinito es la inteligencia como cantidad bruta total.
Durante los últimos milenios el crecimiento de la inteligencia ha descansado principalmente sobre el progreso de la civilización humana y el aumento de nuestra población. Y efectivamente podemos apreciar una reducción sostenida en los periodos de tiempo transcurridos entre sucesivos saltos tecnólogicos en casi todos los campos.
Sin embargo parece claro que la inteligencia humana por si sola no sería capaz de mantener una tasa de reducción de esos periodos por mucho tiempo más. De hecho, desde hace un par de décadas por lo menos que los saltos tecnólogicos dependen cada vez más de la utilización de las computadoras y la informática, entendidas aquí como herramientas que artificcialmente aumentan nuestra capacidad de memoria, de procesamiento de datos, de cálculo, etc. Es decir, nos están ayudando a incrementar nuestra intelgiencia efectiva.
De ahí surge la "Inteligencia Artificial" (IA, para los geeks) y la propuesta es que ella si sería capaz de sostener una exponencial de incremento en la inteligencia disponible.
De esta forma una de las evocaciones más populares y explicativas nos muestra que en el momento en que finalmente logremos diseñar un programa realmente inteligente, este será capaz de copiarse indefinidamente, generar en si mismo variabilidad, mutar y evolucionar, haciendose todavia más inteligente, hasta superarnos por lejos, y todo en breves nanosegundos.
Por supuesto cualquier capacidad predictiva acerca de que podría pasar a continuación queda suspendida, pues en ese escenario todo lo que podamos imaginar es posible. Simplemente nuestra inteligencia limitada es incapaz de imaginar siquiera los límites que dicha suprainteligencia podría encontrar.
Finalmente, y para entender lo profundamente rádical y transformador que sería el advenimiento de una Singularidad consideremos que la aparición de la mismísima inteligencia humana fue una singularidad que cambio profundamente los paradigmas sobre la dirección y sentido del cosmos para cualquier observador hipótetico que hubiese estado interesado. Lo mismo con la aparición de la vida. La materia conviertiendose en vida, y esta en inteligencia, son saltos críticos que redefinen cualquier pretención de entender el universo. Sería ingenuo o arriesgado de nuestra parte suponer que allí acaban los saltos. El siguiente salto puede estar cercano o lejano, pero sin duda constituirá una singularidad, y en la que nuestra idea de intelgencia solo constituirá un peldaño intermedio conducente a procesos mucho más complejos y poderosos que ni siquiera podriamos aspirar a comprender hasta que no estemos de lleno dentro de la Singularidad.

Para quienes esten interesados en el tema un buen punto de partida es un ensayo escrito por el propio Vinge en 1993, donde presenta las ideas principales de la propuesta, y que pueden encontrar aquí.
Quienes, por el contrario, estén más interesados en ciencia ficción que explore las posibilidades de una singularidad Charles Stross es definitivamente el autor imperdible. Mejor aun, su colección de relatos Accelerando está disponible gratis y legal para descarga aquí, gracias al permanente compromiso de Stross con el opensource y creative commons (en palabras fáciles, muerte al monopolio de los copyrights).

Nota: La imagen corresponde a la película "AI", de Spielberg, y fue tomada de www.imdb.com.

miércoles, 24 de junio de 2009

Kaffeklatsches con vista a la Bahía de Tokio


La palabra Kaffeklatsch proviene del alemán y se refiere a "una reunión social informal para conversar y tomarse un cafe" (Merriam-Webster Dictionary online). Durante las Worldcon, las Convenciones Mundiales de Ciencia Ficción este termino se usa para designar un tipo de actividades donde normalmente un escritor, aveces editores u otros VIP del género, se reunen con un pequeño grupo de admiaradores, que no llegan a más de veinte. Varios de estos kaffeklatsches se realizan en distintos momentos de la convención.
Dependiendo de la popularidad del personaje puede ser muy fácil o un verdadero milagro lograr inscribir tú nombre en esa actividad. Por ello hay que estar atento al mesón de informaciones donde en cualquier momento puede aparecer el aviso con el que se anuncia el inicio de las inscripciones.
En Nippon2007, 67ava Worldcon, tuve la oportunidad de asistir a kaffeklatsches con David Brin, Robert Charles Wilson, William Shunn y Geofrey Landis. Dejenme decir que es una gran experiencia, y si alguna vez asisten a una Worldcon estos eventos deben necesariamente figurar como imperdibles en su agenda. Probablemente en ningún otro momento ustedes podrán compartir de forma tan intima y personal con los autores a los que admiran.
Es que en el kaffeklatsch mismo uno puede conversar libremente con el personaje en cuestión, hacerle preguntas, comentar sus propias opiniones, tomarse fotos y obtener autografos. Incluso, si tienes suerte, puedes caerle simpático y que termine regalandote un ejemplar de su última novela o un folleto con relatos inéditos de edición límitada, como me sucedió en el caso de Landis y Shunn respectivamente. Claro, las condiciones eran especialmente favorables, pues en esas ocasiones casi todos los demás pariticipantes eran japoneses que sabían poco inglés, o más probablemente no se sentían con la suficiente seguridad como para expresarse en ese idioma (la verguenza es un tema en la idiosincracia nipona). El resultado es que pude interactuar casi exclusivamente con estos escritores durante quizas media hora. Con Brin, por ejemplo, hablamos incluso de Chile, pues el había estado en Rapa Nui.
La imagen que les presento en este articulo fue precisamente tomada en un kaffeklatsch y quien me acompaña es Robert Charles Wilson, autor de SPIN (premio Hugo 2006) entre otras cosas. Una persona realmente gentil y agradable, y que no tuvo inconveniente en recibir críticas y en comentarnos sobre sus futuros proyectos.
Así que si tienen la oportunidad, no dejen de participar en estos eventos.

lunes, 22 de junio de 2009

Cae la Noche. Isaac Asimov. 1941.


Club de Lectura de Relatos de Ciencia Ficción.
Sesión 06.
Cae la Noche. Isaac Asimov. 1941.

Insistentemente votado como el mejor cuento de ciencia ficción de todos los tiempos... vox populi, vox dei.
Aquí les va... "Cae la Noche" o "Anochecer" o como prefieran. El clásico de clásicos.
Que disfruten.
"Cae la Noche" fue publicado en el numero de septiembre de 1941 de Astounding.

En mi opinión, un relato realmente notable.
En el están resumidas las principales elementos de la lucha entre la razón y la superstición. El miedo, el fanatismo, la ira, contra el sentido común y el deseo de conocimiento. Solo que esta vez, la superstición triunfa porque la verdad resulto demasiado terrible. Un requiem para la ciencia y la razón.
Rescato en este sentido el tema de los paradigmas tratados en este cuento. Primero, el de los cultistas contra el de los científicos, y el de ambos contra el de la sociedad incrédula. Pero también el de la oscuridad. Como en efecto estamos ciegos a algunas verdades porque simplemente no tenemos la experiencia para poder aprehenderlas.
Una cosa es que Einstein te diga que el tiempo es relativo y que el espacio es curvo... otra muy distinta es visualizar el mundo a través de esas ideas, cuando toda tu experiencia te dice lo contrario. Y Darwin... lo mismo.
Pero tampoco se trata de quemar catedrales. También puede haber verdad allí... quizás verdades más terribles de lo que podemos imaginar. O por lo menos es lo que nos hace reflexionar aquí Asimov.
Tambien rescato un detalle. La coherencia a la hora de establecer el estereotipo de lo que un científico debe ser. Porque no es que Aton haya aceptado a Theremon en el observatorio por miedo al desprestigio o por alguna otra razón. Lo acepta porque le hacen ver que existía una mínima posibilidad de que la teoría estuviese equivocada... eso es actitud científica. Ninguna teoría es un dogma.

Ahora bien... pasando a lo malo del cuento, citando a sarkofago...

"no tiene inventos, máquinas, ni seres que con el paso de los años uno pudiera sonreir ante alguna equivocación que el tiempo delate........"

No, no hay equivocaciones que el tiempo delate... En mi opinión hay equivocaciones que ni siquiera pueden excusarse en ello, pues la Teoría de la Gravitación y toda la mecánica del movimiento planetario era bastante conocida ya en 1940, y mucho antes.
Una de menor importancia es el hecho que en un sistema planetario con seis soles, las interferencias entre los campos gravitatorios haría prácticamente imposible mantener órbitas regulares (elípticas o de cualquier forma). La probabilidad de que un planeta sobreviva en esas condiciones por tan solo unos millones de años sin terminar precipitándose contra uno de los astros, creo, es insignificante. Ni que hablar de la posibilidad de choques entre las estrellas y el consiguiente efecto para todo el sistema.
Sin embargo de esta debilidad del relato, Asimov extrae una de sus mayores fortalezas. En efecto, debería ser tremendamente difícil para una civilización en esas circunstancias el establecer la Ley de Gravitación Universal. Los datos de Tycho Brahe, que permitieron a Kepler establecer sus famosas leyes, significaron alrededor de 30 años de cuidadosas observaciones. Eso, en un sistema simple. Las extravagancias de un sistema sextuple deben ser tan complicadas que deberían requerirse mucho más que solo cuatro siglos. Pero la idea es interesante.

Un error más fundamental, me parece, es el hecho de responsabilizar por la oscuridad a al eclipse provocado por un enorme planeta (¿joviano?) tapando a Beta. Asimov indica que el planeta había sido invisible pues su color es semejante al del cielo de Lagash... aun cuando el color de dicho cielo deben cambiar con cada combinación de soles brillando arriba. Pero, aun aceptando este hecho... el propio autor nos indica que los otros soles están brillando al otro lado del planeta... por lo que su luz debiera iluminar plenamente al planeta invisible, el cual entonces debiera brillar intensamente en medio de la noche (que ya no es del color del cielo diurno cualquiera que este sea). Mucho mejor resultado en esto habría tenido un hoyo negro... pero claro, las interferencias orbitales serían peores. Otra opción habría sido una conjunción de los seis soles tras el gigante invisible. Pero de veras que debería haber sido un tremendo gigante, y estar muy cerca, como para generar un eclipse total y penumbra total en todo el planeta.

Ah, y finalmente, y no menos importante...
¿Que razón hay para que exista un observatorio astronómico moderno, con lentes y cámaras, en un planeta donde no hay noche? Digo, radiotelescopios ok (no se si existian en 1940), y esa clase de cosas... pero uno óptico?
El único fenómeno celeste posible de observar son los movimientos de los soles, y si es solo eso... creo que se requeriría de un tipo de observatorio bastante distinto... no se. Pero se ve raro.

domingo, 21 de junio de 2009

Al Final del Arco Iris. Vernor Vinge.


“Al Final del Arco Iris” no es una novela fácil. Es dificil interpretar las intenciones del autor, aunque si uno ha leido algunas de sus otras obras es posible reconocer, pero nunca anticipar, algunos patrones propios del trabajo de Vinge. Tenemos el soberbio manejo de la tensión in crescendo, llegando a un plateau que se prolonga por varios capítulos sin agotar. También su sentido del antiheroe, es decir, su predilección por poner protagonistas realtivamente comunes y corrientes enfrentandose, siempre con éxito, a conflictos de una escala mucho muy superior a sus contextos y experiencia.

Vinge pone especial atención a la evolución psicologica de los personajes, aspecto que en está novela alcanza la madurez, logrando en efecto que este proceso sea fluido y transparente, mejorando ostensiblemente respecto intentos anteriores.

Y por supuesto está su fascinación por un futuro altamente tecnologizado que obliga a redefinir el concepto de ser humano. La Singularidad, sin ser nombrada, es el gran tema de esta novela. Es así como Vinge nos pone en medio de una sociedad que rapidamente está encontrando remedios para las enfermedades más terribles. En la carrera entre la muerte y la innovación médica la última finalmente ha tomado la delantera.

También está el asombroso desarrollo de la Internet y la informática en general, donde la inteligencia humana ha dejado de depender exclusivamente de dos hemisferios cerebrales y ahora dispone de infinitos recursos disponibles instantaneamente. Pero aquí aparece quizas el primer defecto de la novela y esta es su excesiva jerga técnica que a quienes solo tenemos un conocimiento nivel usuario de la computación nos deja algo desconcertados. La elección de ciertos artificios de diagramación para representar nuevas formas de comunicación también me pareció inapropiada, un error que también se aprecia en “Un Fuego sobre el Abismo”. Aquello que el lector no va a leer es mejor no ponerlo.

El uso de codigos solo reconocibles por grupos de interes especificos no se restringe al tema de la informática. Hay permanentes referencias a notables obras y autores de fantasia y ciencia ficción, entre ellos reiterados homenajes a Terry Pratchett y a Mundodisco, e incluso un cameo a si mismo y a sus tines y Zonas de Pensamiento. Si no sabe de lo que estoy hablando entonces usted es el mejor ejemplo de lo que estoy señalando.

Tengo la impresión de que está última característica, las referencias a conocidos íconos de la ciencia ficción, de pudo haber sido decisiva a la hora de otorgarle la mayoría de votos en la 65ava Convención Mundial de Ciencia Ficción y así hacerle merecedora del Premio Hugo, el tercero para el autor. Tuve el honor de estar presente en dicha ceremonia de premiación, en Yokohama, pero no así el propio Vernor Vinge.

Quien si estaba allí era Charles Stross, también candidato a ese premio por su “Greenhouse”, y que llegó en segundo lugar. En ese entonces todavia no había leído “Al Final del Arco Iris”, y vote por Stross, lo reconozco, sin que fuese un sufragio plenamente informado. Sin embargo debo decir hoy, con ese conocimiento que me faltaba entonces, que creo que mi voto habría sido el mismo.

Hago también este alcance a Stross porque él, al igual que Vinge, es uno de los principales autores contemporaneos dedicados a explorar la idea de la Singularidad. En cierto sentido Vinge podría venir a ser algo así como el maestro y Stross el discipulo. Y en está ocasión el público decidió que aun no era el momento de que discipulo superará al maestro.

Un punto final respecto de esta novela y que mi incipiente chauvinismo no me permite dejar de señalar son las tres o cuatro menciones que se hace de Chile en ella. En particular la escena en donde los escolares de Punta Arenas y de San Diego interpretaban a Beethoven en forma simultanea desde sus propias ciudades. No he tenido la oportunidad de visitar San Diego, pero si Punta Arenas, donde vive mi padre. Así que la obra terminó generando inesperados ecos en mi memoria, en lados opuestos de nuestro planeta.

sábado, 20 de junio de 2009

Requiem. Robert Heinlein. 1940.


Club de Lectura de Relatos de Ciencia Ficción.
Sesión 05.
Requiem. Robert Heinlein. 1940.


Heinlein es sin duda uno de los autores más famosos, y también controvertidos, desde siempre en la ciencia ficción. Uno de los Grandes, ju
nto a Asimov y Clarke. Fue el primer autor en serle otorgado con el grado de "Gran Maestro" por la Sociedad Americana de Escritores de Ciencia Ficción (SFWA). Y entre otros reconocimientos cuenta con el hecho de que un cráter de Marte ha sido bautizado con su nombre. Sus obras van desde inocentes novelas juveniles hasta apologías del militarismo y otras relacionadas con el movimiento hippie. Un escritor sumamente multifacético y prolífico. Esto ya desde el inicio, pues debo comentarles que fue difícil decidir cual de sus primeros cuentos incluir en esta primera etapa del Club dedicada a la Edad de Oro. Otras posibilidades eran "Linea de Vida", "Los Caminos deben Seguir", "Y Construyó una Extraña Casa", y "Si Esto Continua...". Finalmente hemos elegido "Requiem" por dos razones; 1. Porque la idea tendría consecuencias en la propia obra de Heinlein, al ser retomada en la novela "El Hombre que Vendió la Luna". 2. Porque refleja claramente una constante en el pensamiento de Heinlen. Su compromiso con la libertad individual por sobre la "autoridad".
Este relato fue publicado originalmente en Astounding, en su número de enero de 1940.

Nota: La siguiente reseña fue publicada por Omar Vega y reproducida aquí con su consentimiento.

Interesante historia de Heinlein que me encantó.

Lo primero que me gustó es que no se trata de otro cuento mas sobre marcianitos verdes, gatos ajedrecistas, pulpos inteligentes, genios plumiferos o lampreas vivarachas. ¡No señor! No se trata de BEMS, y se agradece. Este cuento trata sobre SERES HUMANOS y no de espectros del hyperspacio o de la imaginación profunda. ¡Que alivio! X-D

En cuanto a la redacción y técnica, no la encontré compleja. El autor usa fragmentos cortos para describir escenas y cambia de ellas sin transiciones. Quizás pueda ser incómodo para quienes no se han encontrado con tal técnica con anterioridad, pero me parece que no tiene nada de extraordinario. El hilo del cuento se sigue bien. Creo que separandolas con lineas en blanco sería más legible.

Me gustó, además, la selección de personajes. Nada de científicos locos o de ingenieros mateos, al estilo Asimoviano, sino personas comunes y corrientes: dos pilotos perdedores que se ganan la vida en una feria y un millonario que quiere cumplir su ultimo deseo.

Es curioso, pero creo que en cierta manera Heinlein prevee el turismo espacial, donde los millonarios tratan de usar su dinero en alcanzar ese sueño inalcanzable de la niñez. En efecto, viendo como hoy tantos millonarios gastan 20 millones de dolares cada uno para dar unas vueltitas en órbita, creo que Heinlein estaba en lo correcto. Además, sitúa su campo de lanzamiento en el Oeste Norteamericano, quizás cerca del desierto de Mohave, donde hoy despegan los cohetes privados, como el SpaceShip One, que se parece mucho a la nave "Lunatica" del cuento. Interesante idea de la empresa privada y del turismo espacial.

Diganme que no se parece a la "Lunatica"

Tambien es atractivo, además, que los pilotos trabajan en una feria haciendo exhibiciones con un cohete obsoleto y destartalado, al estilo de Star Wars, donde toda la tecnología avanzada es vieja.... ¿coincidencia? no lo creo. Heinlein se inspiró sin dudas en las ferias de aviación que eran comunes en su época. La nave en si no tiene nada de extraordinario para lo que se imaginaba la gente de su época. Es raro que la idea de los cohetes con etapas multiples todavía no existía, o no estaba generalizada. Tambien me llamo la atención ese detalle retro, de que el piloto llamaba por un tubo a la sala de maquinas... como lo hacían en tiempos de los barcos de vapor. Nada de comunicaciones eléctricas, solo un tubo... X-D

El tema que trata se me antojó Shakespereano o universal. Se trata de la búsqueda de una quimera. Del logro de un anhelo antes de morir. ¿Es que acaso no somos parecidos al protagonista? ¿Acaso no estáen todo humano el mismo tipo de sueños y fustraciones? Es por eso que los personajes parecen cercanos, pues podría tratarse de nosotros mismos. Y si sacamos los cohetes y la parafernalia nos quedamos con una historia que funciona bien en todo tiempo o lugar. El empresario Quijote se lanza al espacio cual caballero andante con traje presurizado: he ahí donde encuentro la inspiración de Heinlein para este cuento pues, es sabido que el autor era un admirador de la cultura Hispánica.

Me gusto la historia, además, pues se trata de una Space Opera dura, predictiva, que se atiene a la ciencia conocida de la época. Estamos en 1940 cuando Goddard ya había realizado sus experimentos con cohetes y en muchas partes del mundo se hacían experimentos para alcanzar la estratosfera. El mundo ya estaba en guerra pero Estados Unidos todavía vivía un respiro. Heinlein muestra el tema científico de paso, sin distraernos de la historia, pero con agudeza y precisión. Habla de mezclas de gasolina y oxigeno, y de combustible ionizado, ideas factibles para la ciencia de su dia. También habla de generar gravedad artificial por rotación, sin recurrir a los "mágicos" campos gravitatorios de tantos otros escritores.

No, Heinlein rehuye toda la tontera del "unobtanium" (misteriosa materia que no se encuentra en ninguna parte), o de los viajes por el hyperspacio o la dimension 514. El se concentra en la ciencia de su tiempo y de sus posibles proyecciones. Y por eso el viaje es sólo a la Luna. Haciendo de la historia algo "real", alcanzable para los lectores que leyeron su cuento al salir publicado por primera vez. Es curioso que muchos de ellos si vieron el primer viaje a la Luna treinta años despues.

Una vez Asimov afirmó (algo parecido) que para hacer buena CF había que ser científico (Asimov era doctor en Química). Heinlein le respondio que bastaba con leer la "Scientific American". Heinlein no era científico, pero si se preocupaba de los detalles cientícos y lo hacía bien.

Tambien me gustó la descripción de su generación fascinada por el espacio y la tecnología. De una época donde los jovenes hacían sus propias radios y cohetes. Una época que vivía fascinada por el futuro y la conquista del espacio. Y previo muy bien que esa época pasaría (como asi fue) y que en el futuro (hoy) primaría la indiferencia. Y que el primer cohete que llegó a la luna terminaría como chatarra de feria. (Lo que coincide con la realidad: el ultimo Saturno V lo estácarcomiendo el óxido, disolviendose literalmente sin que a nadie le importe, mientras es mostrado como chatarra al curioso ocasional)

A mi me toco vivir la última generación de quienes vivimos fascinados por el futuro, los cohetes, la conquista espacial. Fue una época fantástica y haber presenciado en vivo y en directo el primer hombre en la Luna lo considero uno de los eventos más importantes de mi vida. Después vino la crisis ecológica, la explosión del Challenger, Chernobil, el hoyo en la capa de ozono, la edad de las drogas y de la depresión constante. Hoy la gente ya no tiene esos sueños de un futuro alcanzble. Fue bonito mientras duró. X-D

En resumen, me gustó muchísimo su cuento.

De acuerdo a la mayoria de los críticos, Robert Heinlein fue el principe de los escritores de ciencia ficción de su época dorada y quizás de todo el siglo XX. Desde que comenzó a publicar, jamás un editor rechazo ninguno de sus cuentos. El publico le adoraba y sus colegas le envidiaban, en particular Asimov que no podía controlar los nervios ante alguien de más talento.

A Heinlein se le acusó de Nazi, de derechista y de inhumano, y cuantas otras cosas más, pero es claro que quien le lee termina fascinado con este escritor, por algo sera.

Acerca del Club de Lectura

El Club de Lectura fue una instancia desarrollada en el foro de Tau Zero durante el 2007 y parte del 2008, y que tuve el privilegio de coordinar hasta que razones derivadas de mi quehacer profesional me alejaron del mismo. En ese periodo se revisaron algunos de los más importantes relatos de la historia de la ciencia ficción.
En este blog he estado rescatando una parte minima de la información generada en el Club, prinicpalmente la presentación de los relatos y alguna reseña, generalmente las producidas por mi mismo, aunque con algunas colaboraciones de otros participantes.
La esperanza es que este material sirva como una guia para aquellos que deseen embarcarse en una revisión histórica del género. Y que quizas tambén motive un reinicio de las actividades del Club.

miércoles, 17 de junio de 2009

Destructor Negro. A. E. Van Vogt. 1939.


Club de Lectura de Relatos de Ciencia Ficción.
Sesión 04.
Destructor Negro. A. E. Van Vogt. 1939.

Llegamos a julio de 1939. El momento que muchos consideran, define el inicio de la Edad de Oro de la Ciencia Ficción. Y llegamos al relato principalmente asociado con ese suceso: "Destructor Negro", de A. E. Van Vogt, aparecido en la Astounding de John Campbell. Así como esta historia marca un hito en la ciencia ficcion, esperamos que también lo haga en nuestro Club. Quedan atrás los relatos introductorios, todavía suspendidos a medias dentro de los paradigmas del género. De ahora en adelante tenemos el concepto de "ciencia ficción" firmemente establecido tanto dentro como fuera de si. El rayado de la cancha esta completo y la multitud ha llenado el estadio. Ahora solo faltaba que las grandes estrellas hicieran su aparición.

1. ¿A quien ha influenciado "Destructor Negro"?
Interesante es revisar los muy diferentes ámbitos donde han señalado una posible influencia de "Destructor Negro". Desde Alien, donde la semejanza es bastante directa, hasta cosas como la de Final Fantasy, de lo que no podré opinar porque nunca he jugado los juegos. Pero si conozco a la "Bestia Desplazadora", muy íntimamente.

2. ¿Quien influenció a "Destructor Negro"?
Sin embargo hasta ahora poco ha habido sobre las posibles influencias que Van Vogt tuvo para escribir el cuento. Si, alguien menciono la historia de Campbell, pero sin ir mas lejos.
Pero las similitudes entre "¿Quien esta ahi?" y "Destructor Negro" son enormes:
A. Un ser extraterrestre, esencialmente un asesino, tremendamente astuto e inteligente, y solitario.
B. Un grupo de científicos, casi perfectos, que se convierten al mismo tiempo en presa y cazador de la bestia.
C. Una situación en que de vencer la bestia, toda la raza humana estaráen peligro.

Y podría extender el paralelo mucho más, pero creo que ya la idea del argumento esta clara.
Podríamos ir mas lejos y decir, que si yo hubiese querido venderle un cuento a Campbell, si o si, precisamente habría escrito algo como esto. No me sorprende que a Campbell le haya gustado y le haya dado portada a un cuento escrito por un autor novato.

3. Volviendo a ¿A quien ha influenciado "Destructor Negro"?
Como algunos miembros del club han señalado, la influencia directa de Destructor Negro se aprecia todavía en algunas obras contemporáneas. Si ello es así, muchas décadas después, es de imaginar el enorme impacto e influencia que tuvo que tener en su momento.
Tomando las palabras del propio Asimov;
"Fundamentalmente por "Destructor Negro" que tuvo el efecto de una descarga eléctrica sobre aquellos que lo leyeron por primera vez. Lo se porque lo recuerdo."
Y es que no pudo habersele pasado por alto a Asimov las apasionadas descripciones sobre la historia de Roma que se hacen en este cuento. Si hasta se habla de la caída de Roma, momento que todos sabemos, el buen doctor usa como ejemplo a la hora de "construir la deconstrucción" del Imperio Galáctico.
Mas aun, recordemos dos intervenciones del arqueólogo japones;

"... y los historiadores modernos están de acuerdo en que, teóricamente, entramos en la misma fase hace cincuenta años; aunque, naturalmente, nosotros hemos resuelto el problema."

"Fue la historia, honorable señor Smith, nuestro conocimiento de la historia lo que le derrotó."


No sería demasiado aventurado decir que aqui existe una primera impresión de lo que después conoceríamos como Psicohistoria. No estoy diciendo que Asimov se haya inspirado en esta percepción de la historia, como una ciencia exacta, pero el mismo dice que este relato le impresionó profundamente...

4. Lo que No fue influenciado por "Destructor Negro".
Una ultima reflexión; Estamos en julio de 1939. Dos años y medio más tarde Japón y Estados Unidos entrarían en guerra. Lo digo por lo del "arqueólogo japones"...

lunes, 15 de junio de 2009

Joe and Gay Haldeman


Agosto 31, 2007. 65ava Convención Mundial de Ciencia Ficción, Yokohama, Japón.

Joe Haldeman, uno de los más importantes escritores de ciencia ficción del momento, parte de aquel selecto grupo compuesto por Ellison, Silverberg, Niven, y otros pocos más que son parte de la leyenda del género y que venturosamente siguen escribiendo.
Y Gay Haldeman, su esposa, una de las más activas fans del género, una mano amiga siempre dispuesta y a quien le estoy muy agradecido por su gentileza durante la convención. Una bendición adicional es que ella habla muy bien el español.
Ellos dos, entre muchos otros, son testimonio de que la comunidad internacional en torno de la ciencia ficción es una gran familia, alegre y afectuosa.

domingo, 14 de junio de 2009

Helen O'Loy. Lester del Rey. 1938.

Club de Lectura de Relatos de Ciencia Ficción.
Sesion 03.
Helen O'Loy. Lester del Rey. 1938.

Uno de los temas mas clásicos de la ciencia ficción son los robots. Siempre recordaremos a Isaac Asimov como uno de los autores que más exitosamente explotaron esta veta. Pero aun antes de que él llegara a la escena otros ya estaban pavimentando el camino. Un caso particularmente destacado es el de "Helen O'Loy" de Lester del Rey. Una historia pionera en el tendencia de "humanizar" la idea de robot. Un concepto que aparentemente el propio Campbell habría estado interesado en desarrollar, ¿o quizás solo fue un proceso naturalmente generado por los intereses y visiones de los propios autores? Como sea "Helen O'Loy" emerge como uno de los primeros esfuerzos en este sentido y que probablemente vino a influir en el futuro próximo. Lester del Rey fue, al igual que Asimov, parte de esa pandilla de jóvenes entusiastas que Campbell reunió en torno a Astounding durante los cuarenta. En efecto, esta historia aparecería en la revista en diciembre de 1938.

De del Rey (1915-1993) tuve la oportunidad de leer la colección "Early del Rey" (en español en dos tomos, "El Dios más Pequeño", y "El Amado de los Dioses"), hace muchos años. De hecho, fue el primer autor al que me atreví a meterme en profundidad, luego de haber permanecido consumiendo casi exclusivamente Asimov por un par de años. Precisamente recuerdo que empece a incursionar en del Rey porque el propio buen doctor lo recomendaba en una de sus antologías. Luego vino "Nervios" y uno que otro cuento aislado por aquí o por alla (incluso creo haber leído uno desde las páginas de la colección de "Mas Allá" de mi tía Maria Elvira).
De todo lo anterior puedo decir que del Rey nunca me ha llamado la atención por sus argumentos, los cuales encuentro relativamente simples y poco sorprendentes. Pero si, siempre fue agradable leerle. Su estilo liviano, cómodo, me conducía fácilmente por largas páginas sin siquiera percatarme del tiempo transcurrido.
"Helen O'Loy" es un clarísimo ejemplo de ello. ¡Con que rapidez me devoré el relato! Pero si me preguntan de que se trataba, como ya han hecho otros antes, se podría resumir en dos frases, y sin mucho asunto.
Sin embargo, en particular "Helen O'Loy" tiene algo distinto. Algo que no surge del propio relato, sino de su situación dentro de la evolución del género.
En efecto, los parámetros básicos que definirían el concepto de "robot" para la ciencia ficción durante las décadas siguientes ya se visualizan plenamente cristalizadas en este trabajo. Solo falta la sanción final que vendría dada por las leyes de la robótica de Asimov y su arrolladora apropiación de esta temática. Pero como vemos, ya en "Helen O´Loy" todos los estándares y estereotipos estaban ya consolidados.
Más aun, algunos consideramos que el mayor éxito y acierto de Asimov en su saga robótica, que es precisamente su final... el perfecto epílogo del robot que finalmente llega a convertirse en hombre, muriendo. Sin embargo este concepto ya aparece bosquejado en "Helen O'Loy", y nos hace comprender entonces que es un conflicto (y una solución a dicho conflicto) inherente y que emerge en forma natural toda vez que la ciencia ficción hace suyo el tema de la humanización de los robots.
Hoy en cambio, la ciencia ficción esta al otro lado del espejo... de como el hombre llega a convertirse en un robot (o en una IA) haciéndose inmortal.

lunes, 8 de junio de 2009

Publicación en Tau Zero



Hoy fue publicado en Tau Zero un breve relato mio, "Centinela de la Noche y el Silencio". El cuento fue escrito en el 2003, pero había permanecido en las sombras hasta ahora. Así las cosas, esta vez les toca a otros hacer las críticas y comentarios.
Desde ya les invito a visitar el portal de TZ, no solo por mi relato, sino porque es un referente fundamental de la ciencia ficción chilena. El enlace está a un costado en esta misma página.
Saludos.

Link directo:
Centinela de la Noche y el Silencio

sábado, 6 de junio de 2009

Como Peces en la Red


El siguiente cuento fue escrito en 1991 para el fanzine Fobos ( http://fobos.iespana.es/ ). Más tarde fue publicado en el número 14 de la revista española Alpha Eridiani ( http://dreamers.com/alfaeridiani/) y en un fanzine italiano. Finalmente fue seleccionado para una antología de ciencia ficción latinoamericana publicada en Francia, "Dimension Latino" de Riviere Blanche ( http://www.riviereblanche.com/dimension02.htm ), cuya portada reproduzco en este articulo. Está es una demostración de que cuando escribes algo nunca sabes donde puede ir a parar.


COMO PECES EN LA RED

La lancha avanzaba rápidamente en medio del océano, con sus potentes focos penetrando en la oscuridad de aquella noche de cielos nublados.

Dentro de la pequeña cabina, dos hombres estaban sentados frente a los controles y observaban descuidadamente el exterior a través de las empañadas ventanas. Un tercer tripulante acababa de salir del estrecho recinto y, tras asegurarse de haber cerrado la puerta, se dirigió a un costado, apoyándose en la baranda y dejándose acariciar por el frío viento marino.

Buscando dentro de los amplios bolsillos de su abrigo, Stuart Finney extrajo un cigarrillo que encendió entre sus labios. Una ametralladora portátil resbaló de su brazo y cayó al suelo.

Era un hombre de mediana estatura, pelo castaño y tez blanca. Su rostro era más bien vulgar, aunque destacaba la reciente quemadura que marcaba su pómulo derecho, bajando hasta la comisura de su boca. Sus claros y serenos ojos contemplaban la desgastada bandera chilena que flameaba violentamente en el mástil de popa. Se podría decir de él que había sufrido mucho, pero quien no en aquellos difíciles tiempos.

Sin embargo, Finney no era de los que encontraban un amargo consuelo en la autocompasión, a pesar de que era imposible evadir los recuerdos. Los recuerdos y el dolor.

Las imágenes de un San Francisco en ruinas quedarían indeleblemente grabados en su memoria. Porque cuando supo lo que estaba pasando había regresado en busca de sus hijos y esposa, pero ni siquiera halló sus cuerpos y sólo un repentino impulso de sentido común lo sacó de allí antes de que la radiación terminara con lo poco que la guerra le dejaba. Su propia vida.

Luego, habían venido días de desesperación. La aniquilación mutua de ambas alianzas fue tan efectiva que ya no tenían capacidad para continuar con la masacre. Mucho menos podían llevar adecuadamente los planes para proteger a la población del hambre, de las enfermedades, y de la invisible muerte que se expandía. La miseria y la destrucción eran el denominador común en Europa, China, el Cercano Oriente y Japón. La Unión Soviética en ningún sentido estaba en mejores condiciones y tendría el peor invierno de toda su historia. Los Estados Unidos eran una nación sin futuro.

Pero algunas diseminadas aldeas de civilización se sostuvieron y dentro de ellas pronto rumores desdibujados empezaron a proliferar. Se hablaba de un hemisferio sur que casi no había sido tocado por el veneno atómico. De tierras a las que los aterradores efectos secundarios (la lluvia ácida, la penetración de la luz ultravioleta solar, la contaminación radiactiva) llegarían más tarde y más débiles, y donde las reservas alimenticias permanecían incólumes. De lugares a los que mucha gente estaba viajando.

Finney, sin mejores expectativas, se había animado y llegó a Chile a bordo de un atestado avión, no sin antes gastar todos sus ahorros de casi inservibles dólares. Tuvo suerte de llegar con las primeras oleadas de refugiados, ya que ahora muy pocas personas lograban entrar en los países que habían suscrito el Tratado Sudamericano para la Protección Mutua de Fronteras. Ese documento fue la consecuencia de que en Chile, por ejemplo, se hubiera sextuplicado en menos de un año.

—Hey, gringo. Tenemos algo.

Fue la voz de Juan Carlos Figueroa la que interrumpió sus pensamientos. Asomando su redonda cabeza por la puerta entreabierta, lo miraba de reojo mientras sorbía una humeante taza de café. Era de la misma talla que Finney, aunque de contextura más gruesa. De piel clara y cabellos moderadamente rubios.

El norteamericano arrojó la colilla al agua y, recuperando su arma, se dirigió hacia la cabina.

—Allá vamos otra vez —contestó a su compañero con su acento terrible.

—Seguramente será otro compatriota tuyo que quiere pasarse de listo —manifestó Figueroa a la ligera —. Sin pretender ofender —aclaró.

—No me ofendes. Y seguramente tiene razón —dijo trasponiendo el umbral.



La gran afluencia de emigrantes había obligado a los países del conosur a cerrar sus fronteras, ya que estaban provocando críticas desestabilizantes internas. Sin embargo, como era previsible, la gente siguió llegando, esta vez recurriendo a medios ilegales.

Chile, en particular, debía proteger su extenso mar territorial, tanto para evitar el desembarco de refugiados en sus costas, como para enfrentar a las voraces flotas pesqueras que arrasaban con todo en un desesperado esfuerzo por llevar alimentación a los desnutridos pueblos del norte. Se necesitaba establecer un riguroso plan de patrullaje.

Su entrenamiento como reservista le permitió a Finney ser aceptado para aquel trabajo, a pesar de que eran pocos los puestos y demasiado los postulantes.

Ahora su misión era la de vigilar el límite de las doscientas millas en una rutina que frecuentemente se rompía debido a las reiteradas incursiones de aquellos destartalados navíos llenos de anónimas familias con la esperanza de alcanzar el continente para iniciar una nueva vida. Con las donaciones voluntarias de los más diversos objetos que aún tenían valor, ellos se encargaban de que su apenas existente sueldo no fuera tan miserable. Sólo que por desgracia había que cumplir con el deber y conducir esos barcos hacia aguas internacionales de todas maneras.

A veces, por supuesto, las cosas no eran tan fáciles. Había que recurrir a las armas y pedir apoyo, pero constituían los menos de los casos.

Ojalá, pensaba, que no tuvieran problemas con el intruso que aparecía en la pantalla del radar, al que se aproximaban cada vez más.

—Ya debería ser... visible —informó el sargento Nicolás Aravena, el único verdadero militar de a bordo, que en esos momentos gobernaba los controles.

Figueroa, parado junto al aparato de radio, observó el oscuro paisaje con los prismáticos infrarrojos a través de las ventanas. Recorrió lentamente el noroeste.

Pero fue en un segundo intento cuando encontró lo que buscaba.

—Lo tengo.

El sargento Aravena levantó su propio largavista.

Se trataba del más viejo de los tres hombres, aunque aún no cumplía los cuarenta. También era un poco más alto que los otros, tenía una espesa barba y un pesado tono de voz. Se veía desaliñado y era claro que le gustaba su actual labor.

—Dígale a la base que tenemos contacto visual con una embarcación de alrededor de cuarenta metros de eslora, una especie de yate, dirigiéndose a tierra. Posición: 73o 46’ 20’’ oeste, 21o 32’ 37’’ sur —indicó mientras aún estudiaba sus características.

Figueroa así lo hizo, repitiendo casi las mismas palabras de su superior.

“Aquí base Tocopilla”, se anunció la monótona voz que surgió del parlante, desfigurada por tenues interferencias. “Es muy posible que sean los que fueran rechazados frente a Arica. Si es así, por lo que sabemos no tienen armamentos, pero igual no se confíen. Confirmen que se trata de un intento de ingresar inmigrantes y esperen instrucciones.”

—Cambio y fuera, Tocopilla —fue el comentario final de Figueroa.

Finney, hincado sobre el techo de la cabina y acariciando la poderosa ametralladora emplazada, observaba atentamente a la embarcación que se acercaba y que según sus cálculos, pasaría frente a ellos en menos de un minuto.

Era un navío ligero, no muy adecuado para viajes largos, pero ese tipo de detalles hoy en día no se tomaban muy en cuenta. Si era importante el hecho de que, dado su diseño y posteriores adaptaciones, podía transportar un buen número de personas. No habían luces encendidas a bordo, aunque los focos de la patrullera iluminaban cada vez mejor la cubierta.

Abajo, en su propia proa, podía ver al sargento, parado junto a una pequeña batería, y con un altavoz en su mano, dispuesto a usarla. La pieza de artillería, aunque sencilla, era capaz de perforar el casco de una nave como la que tenían en frente si era necesario.

—Identifíquense, por favor —resonó la voz de Aravena a través de su aparato—. Están violando territorio chileno. Por favor, identifíquense.

No cabía duda de que estaban lo suficientemente cerca como para escuchar la advertencia, pero no hubo ningún tipo de respuesta.

—Deténganse o tendremos que disparar. Repito, deténganse o vamos a disparar —insistió.

El barco, sin embargo, siguió con su rumbo, indiferente a su presencia. Sin dar signos de vida pasó delante de ellos, obligando a Figueroa, que permanecía en la cabina, a maniobrar para colocarse al lado de la misteriosa nave.

Era difícil creer que estuviera desierta y, sin duda, se trataba de una artimaña. Lo extraño era que, habiendo sido ya localizados, esa actitud era fútil, y el persistir en ella tan sólo podía obtener problemas.

Cuando estuvieron en la posición deseada, separados de la otra embarcación por menos de veinte metros mientras viajaban en la misma dirección, Aravena se acercó a la ventanilla abierta a través de la cual podía conversar con el piloto, justo a un costado de Finney.

—Bien, dile a Tocopilla que no podemos establecer contacto y que nos den instrucciones.

Finney pudo oír perfectamente y bajo sus pies sintió el movimiento de Figueroa al trasladarse hacia la radio. Pocos momentos después, su compañero comunicaba la decisión de la base.

—Este... dicen que no nos arriesguemos. Que los hundamos.

La sorpresa se evidenció por sólo un instante en el rostro del sargento.

Después de todo, era lo que durante algún tiempo habían estado esperando, hasta ahora sus operaciones se habían limitado a expulsar de aguas nacionales a los barcos de inmigrantes, a veces a la fuerza cuando las circunstancias lo exigían, pero siempre teniendo en consideración de que era gente inocente y desesperada con la que se enfrentaban. Sin embargo, ellos volvían una y otra vez, intentando encontrar un agujero en la red de vigilancia, hasta que lograban pasar y desembarcar su precioso cargamento de vidas humanas en tierra firme. Finalmente, la autoridad se había cansado de esta poca exitosa forma de tratar la crisis.

Un atisbo de angustia e impotencia surgió en la mente de Finney, pero rechazó esas emociones. Sabía que lo más probable era que, como había dicho Figueroa, fueran norteamericanos los que habían sido condenados, y tuvo que convencerse a sí mismo que ese no era asunto que debiera importarle. Su patria ya no existía y él era un mercenario al que sólo le interesa su propia supervivencia.

Pero, para su alivio, inesperadamente el navío transgresor empezó a disminuir su velocidad, como si adivinara que ya no tenía otra opción. La acción fue oportunamente compensada por Figueroa, hasta que ambos quedaron quietos sobre un mar engañosamente tranquilo. Y para recalcar su sometimiento, algunas ampolletas se prendieron en el interior de aquel transformado yate.

Para aumentar más la visibilidad, Finney abandonó por un instante su lugar y dirigió el foco que había detrás suyo, dirigiéndose hacia él.

Dadas las nuevas circunstancias, Finney creía que no era conveniente apresurarse en cumplir las órdenes y, al parecer, el sargento compartía esa opinión, pues se conformó con aguardar el desarrollo de los acontecimientos, que no tardaron en sucederse.

Dos figuras aparecieron en la cubierta y se aproximaron al borde, donde se pudo ver que eran de sexo diferente. Él era alto y fornido, de unos cuarenta y tantos años, quizás cincuenta, y vestía en forma moderadamente elegante. Ella era un poco más joven, también alta y atractiva.

Atropelladamente, un par de niños salieron tras ellos y tomaron las manos de sus supuestos padres.

—Identifíquense —solicitó nuevamente Aravena.

—Well... Este barco no tener nombre —dijo, entrecortadamente, el hombre a través de un aparato semejante al que ellos usaban. Obviamente era angloparlante—. No... llevamos armas —agregó.

—Se encuentran en mar territorial chileno. Deben salir inmediatamente de aquí.

El vocero de los frustrados inmigrantes consultó con la mujer mientras acariciaba casualmente la cabeza de uno de los muchachos. Una tierna imagen familiar cuya intención era bastante transparente.

—Tenemos enfermos y no tenemos... médico y medicamentos. No tenemos comida y agua. Por favor, necesitamos... llegar.

El sargento meditó un momento y luego tomó la ametralladora, apoyado en la batería. Disparó varios tiros al aire.

—Salgan inmediatamente de territorio chileno —repitió después.

Aunque tuvieron que agacharse para evitar el peligro, los dos adultos volvieron a levantarse. Los niños permanecieron en el suelo ante la indicación de la madre.

—...bien —intentó comenzar el hombre—. Estamos... tenemos un trato. Tenemos algo de valor mucho.

Había alzado una mano y en ella mostraba una bolsa de contenido blanco.



Ahora Finney se paseaba por cubierta, sosteniendo firmemente su arma, mientras esperaban que la balsa de plástico, que traía la coca, llegara hasta la patrulla.

Era frecuente que los refugiados recurrieran al soborno cuando ya no les quedaban mejores alternativas, y en particular, ellos mismos habían aceptado en varias ocasiones arreglos de esta clase. Y las drogas, una de las pocas cosas que aún tenían valor, era lo que la mayoría de las veces utilizaban como moneda.

Si esta resultaba ser de buena calidad podían obtener un buen precio, en cupones de alimentos u otros derechos negociables, de algún profesional de la compra-venta de narcóticos, que no escaseaban.

Además de la mercancía, venía el mismo hombre que había hecho de portavoz, acompañado por uno de los niños, que observaba todo con grandes ojos. La presencia de este último había sido pedida por Aravena como garantía.

Atrás, en el barco, los inmigrantes se habían congregado para ser testigos del avance de su delegación y apoyarlos silenciosamente. Se trataba de quizás medio centenar de personas y entre ellos se contaban niños, mujeres y ancianos, todos con el nerviosismo y la ansiedad dibujadas en sus expresiones.

La balsa estaba cerca, así que Finney abrió una sección de la baranda por donde recibiría la cocaína, a la vez que el hombre maniobraba su pequeño bote para arrimarse a la lancha.

Allí, Finney pudo verlo mejor. Su rostro era muy blanco y de cabellos grises, un cuerpo bien cuidado, muy norteamericano. En efecto, cuando sus miradas se encontraron fue evidente para ambos que estaban frente a un compatriota. Pero eso no cambiaba nada.
Le arrojó un cabo y el otro lo amarró a su balsa. Sin más demora, el inmigrante recogió uno de los paquetes, del tamaño de un vestido doblado o una torta mediana, y se estiró para entregarlo, cuidando de no perder su equilibrio y caer. El muchacho, que sin duda era su hijo, estaba sentado atrás.

Los paquetes no eran pesados, de modo que rápidamente se apilaron en cubierta. Pero no habían traspasado un cuarto de la carga cuando el sargento se aproximó.

Mirando de reojo el trabajo de su subordinado, se arrodilló al lado de la coca y con su puñal abrió uno de los empaques. En su interior encontró varias bolsas como las que les habían exhibido. Separó una y con el instrumento hizo una escisión, dejando que un poco del fino y blanco polvo cayera en su palma.

Con la punta de la lengua probó su sabor y tras repetir el examen en otro paquete se dio por satisfecho, sonriendo a Finney.

Cuando concluyeron la labor, el hombre de la balsa se volvió con un gesto de cansancio para regresar con los suyos.

—Buena suerte. —Le gritó Aravena. Finney sólo se permitió devolver el saludo militar con que el negociador se despidió.



Los tres tripulantes de la patrulla observaban dentro de la cabina como el padre y su hijo eran entusiastamente recibidos con abrazos y besos.

Finney y aravena guardaron el cargamento de coca en dos grandes cajas de madera. Encima de una estaba sentado el sargento, en silencio, meditando.

—Pide que te confirmen la orden —dijo finalmente a Figueroa.

Inconscientemente, Finney había evitado pensar en cómo se resolvería a la larga el episodio. Si en algún momento llegó a albergar la esperanza de que el soborno que habían recibido cambiaría las cosas y permitiría que aquellas familias volvieran a pisar tierra firme, se había equivocado.

Pero comprendía que no podía ser de otro modo. Habían dado aviso a las autoridades de la presencia del barco y si no cumplían su deber tendrían que pagar las consecuencias. Él podía ser deportado.

“Aquí base Tocopilla. La orden previa ha sido confirmada”, fue el escueto mensaje que llegó a sus oídos.

Aravena le dirigió la mirada, pero Finney no aguardó a escuchar las instrucciones. Decidido a sobrevivir se encaminó a la batería de proa para apuntarla contra la nave.

miércoles, 3 de junio de 2009

Una Paradoja Científica


El siguiente es un ensayo que pretende analizar las perspectivas futuras del desarrollo cientifico en si mismo. He decidido ofrecerlo en este espacio no solo por la intima relación que existe entre los mundos de la Ciencia y de la Ciencia icción, sino porque también es una reflexión sobre lo que nos puede deparar el mañana.




UNA PARADOJA CIENTÍFICA

Dedicar toda una vida al entendimiento de las características y propiedades de una proteína tipo miosina en la microvellosidad de las células parietales del estómago del pollo puede parecer un desperdicio. A mi me lo pareció de todas formas y por ello abandoné tempranamente una carrera científica para dedicarme primero a la ingeniería y luego a la educación. Es que la cada vez más fragmentada especialización del quehacer científico ha hecho que hoy cada cual sea experto en su pequeña parcela de conocimiento pero un perfecto ignorante de lo que sucede en el laboratorio de al lado. A menos que tenga una catedra universitaria sobre algún tópico de ciencia general el científico contemporaneo no tiene mayor incentivo para mantenerse informado de los progresos realizados en otros campos. Aquello que era tan propio de los naturalistas del siglo XIX, el interés por conocer acerca de cualquier fenómeno que llamara nuestra atención ha sido ahogado por los vetustos protocolos y hábitos de la académia moderna, que resiste tercamente ante los embates de una multifacética realidad postmoderna.
Por supuesto siguen habiendo incentivos para quienes se aventuran en la torre de marfil. La perspectiva de una vida relativamente segura y predecible, el reconocimiento de los pares y de una corte de alumnos dedicados a halagar el saber vernacular, entre otros. Pero, honestamente, ¿cuantos profesionales de la ciencia pueden decir que están satisfaciendo en si mismos aquella chispa de curiosidad inherente que debiera existir en el corazón de cualquier vocación científica? Muchos quienes se sintieron llamados a la ciencia por hombres como Jacques Cousteau o Carl Sagan intimamente deben sentirse algo defraudados por no haber nunca nadado entre arrecifes de coral o haber observado las lunas de Jupiter a traves de un telescopio.
Hoy la ciencia ha dejado de ser el refugio para espíritus insatisfechos y críticos para convertirse en la prisión que despoja a sus inquilinos precisamente de todo ello. La estandarización y normalización del trabajo cientifico ha generado la trágica contradicción de que ella misma está conspirando contra el surgimiento de pensamiento original e innovativo.
Es una doble paradoja cuando más que nunca existe conciencia acerca de la naturaleza coercitiva de los paradigmas establecidos y legiones de jovenes tesistas se quiebran la cabeza intentando ser los heraldos del terremoto que remecerá los cimientos del gran edificio de la ciencia, definiendo un antes y un después del evento. La incesante busqueda de la Teoria de la Gran Unificación viene a ser un ejemplo quintaesencial de este comprotamiento.
El filósofo científico Thomas Kuhn en su brillante interpretación acerca del desarrollo de la ciencia propone que cuando una “teoría revolucionaria” es aceptada por la comunidad científica rapidamente ella se convierte en paradigma y tras su autor se alineara un contingente de abnegados investigadores que la perfeccionaran y que verificaran su aplicación en distintos contextos. La teoría original es radical por cuanto transforma nuestra imagen del mundo y le da un sentido de orden del que anteriormente carecia. Pero lo que viene despues es solo investigación incremental ya que, en su mérito, solo sirve para confirmar que estamos en lo cierto al entender la realidad desde la perspectiva adoptada. Todo va bien, por supuesto, hasta que una nueva idea revolucionaria viene a derrumbarlo todo.
Pero no es solo la teoría revoluciaria la que es impredecible e inesperada, sino que también las personas que las desarrollan. Aquella gran revolución cientifica que se originó en el renacimiento y alcanzó su culminación con Newton fue liderada por hombres formados en la Iglesia y amparados por incipientes facultades universitarias dedicadas más a asuntos de fé que de ciencia. Luego fue un fracasado estudiante de medicina y cuya mejor perspectiva era convertirse en clerigo quien fue convocado a servir en la armada inglesa como naturalista en una misión cartográfica; el hombre se llamaba Darwin. Y esta el caso del egresado de un instituto tecnólogico que no encontró trabajo y terminó como asistente en una oficina de patentes; su nombre era Einstein.
La verdad es que solo en el siglo XX la universidad ha venido a convertirse en el espacio por excelencia donde se genera el progreso científico, y sus aulas y laboratorios en efecto han sido testigos del surgimiento de ideas extraordinarias. Pero aun en ese, su mejor momento, los decanos y renombrados académicos han tenido que conformarse con ser meros expectadores pues los laureles siempre recaian en inquietos jovenes recien llegados que no temían desafiar lo establecido. Allí estaban Heisenberg, Schrodinger y Dirac con su mecánica cuantica poniendo de cabeza a Einstein y a su relatividad. O Watson y Crick que, sin miramientos ni respeto por los años, le arrebataron al venerado Pauling el honor y el privilegio de descifrar la estructura del ADN.
¿Y que hay de las propias instituciones? Pues ellas también están condenandas a ser victimas de su propio éxito. Tomemos el caso de la innovación en tecnología, que aparentemente responde a las mismas dinamicas descritas por Kuhn.
Microsoft. Cuando era una empresa pequeña podía darse el lujo de arriesgarse buscando nuevas soluciones en el campo de la informática. No era la única en esta carrera, y miles de pequeñas empresas igualmente innovativas habrán muerto en el camino. Por una combinación de habilidad, ambición y azar terminó siendo la criatura de Gates quien vino a convertirse en el dolor de cabeza de aquellos elefantes blancos en los que se habían convertido IBM, ITT y demases. Para la industria de la computación hay un antes y despues de Microsoft y su sistema operativo DOS.
Conciente de los ciclos de crecimiento radical e incremental de una industria, Gates mismo se propuso convertir a Microsoft en la primera empresa capaz de liderar dos revoluciones tecnológicas.
Pero a pesar de esta preparación y esta motivacion, ni Gates ni Microsoft fueron capaces de anticipar la explosión de internet y a duras penas evitaron quedarse fuera del juego. No es que no supieran que el cambio se venía, sino que su propio peso muerto les impidió reaccionar con la velocidad necesaria. Si Microsoft pudo seguir liderando la industria no fue por su capacidad innovativa sino solo por un eficiente uso de los recursos que acaparó durante aquella primera revolucion que si lideró decididamente.
Esta referencia al mundo empresarial cumple otro objetivo. Y es que en efecto, al igual que las empresas señaladas, la comunidad cientifica se ha estado conviertiendo en un mountruo inmovilizado por su propio peso, trágicamente conciente de su defecto pero estructuralmente incapaz de generar las soluciones necesarias. Habría que derribarlo todo y construir de cero, y eso es imposible.
Por lo tanto su capacidad de generar una verdadera revolución cientifica se ve crecientemente comprometida. Sin embargo la historia nos muestra que las revoluciones existen a pesar de la incercia de las instituciones humanas que las obstaculizan. Solo que provienen de agentes emergentes y es precisamente lo que podría pasar aquí. Porqué, ¿que otra institución aparece crecientemente involucrada en la investigación cientifica?
Al principio fueron quizas la electricidad y el transporte, luego los cosméticos y los pesticidas. Hoy gran cantidad de industrias inyectan enormes cantidades de recursos en investigación de punta, bajo un contexto y una infraestructura totalmente distinta a la de las facultades universitarias. Investigación aplicada, es cierto, pero donde quienes las implementan vuelven a ser pioneros, intentando llegar donde nadie más ha llegado. Y cuidado, porque la competencia es feroz y cada vez más las empresas se están atreviendo a invertir en ciencias puras. Así las cosas no debieramos sorprendernos si la proxima revolucion cientifica no viene de la Torre de Marfil sino que de Wall Street.

Imagen: Prometeo trae el fuego a la humanidad. Heinrich Fueger. Wikipedia

martes, 2 de junio de 2009

UN ASUNTO DE GRAVEDAD

El brevisimo relato que viene a continucación no es más que una broma. Una respuesta a un desafio propuesto en un foro de Tau Zero donde se proponía escribir acerca de "Johnny en un planeta frio y desolado" o algo así. Bien, esta fue mi contribución. Para quienes puedan considerarlo pueril, les recuerdo lo que ya dije, es solo una humorada y no tiene ninguna pretensión adicional.


UN ASUNTO DE GRAVEDAD

Finalmente la compuerta de la nave se abrió. Johnny se asomó y observó el paisaje a su alrededor. Nada impresionante, se dijo. Solo un mundo frío, cubierto de cráteres, e iluminado por un distante sol rojo.
Pero estaba contento, p
or supuesto. Llevaba dos semanas de viaje y todavía le quedaban otros diez días mas antes de llegar a la colonia de Delta Trianguli. Demasiado. Había sido necesario una pausa. Descansar un poco. Volver a tener un piso bajo sus pies, y a sentir el peso de su cuerpo.
Es que había cosas que solo se pueden hacer cuando existe gravedad. Dar un breve paseo hacia aquellas extrañas rocas mas allá. Si. Se sentía excelente. Sus músculos respondieron bien y no le jugaron ninguna mala pasada. Se apoyó en la piedra. Un poco agotado, pero bien.
Lo pensó de nuevo. Hay cosas que solo pueden hacerse bien con gravedad. Los instrumentos le habían indicado que la atmósfera del planeta era irrespirable, pero la presión era adecuada y no había elementos corrosivos en ella. Decidió arriesgarse.
Se abrió la cremallera de sus pantalones presurizados y hurgó hasta lograr extraer lo que había en su interior. Así, Johnny se convirtió en el primer hombre en orinar sobre la superficie de aquel desolado planeta. Lo necesitaba.
-Ahhh...- Suspiró sin proponérselo.
Un chasquido en su intercomunicador.
- ¿Te pasa algo? Dijo la voz en sus oídos.
- No, nada.- Contestó él.
- Entonces apurate...- Dijo ella.- De nuevo me esta dando frío.
Si, pensó por tercera vez. Hay cosas que se hacen mejor en los brazos de la gravedad.


Nota: Imagen obtenida de www.firstscience.com

lunes, 1 de junio de 2009

The New Space Opera


Para comenzar con esta nueva época quise reproducir un articulo que publique hace tiempo atrás en Tau Zero. Una reseña acerca de una de las antologias más interesantes de los últimos tiempos y referida a unos de los temas más queridos por la mayoría de los aficionados.

Fue hace más de 40 años ya que Harlan Ellison publicó “Visiones Peligrosas”, una ambiciosa antología de relatos originales de ciencia ficción inspirados en la idea de renovar el género adoptando éstilos y temáticas provocativas y desafiantes, dirigidos a redefinir lo que eran los estándares aceptados de lo que debería ser una historia de ciencia ficción. La empresa no sólo apuntaba a abrirse espacio de mercado en un campo dominado tradicionalmente por revistas como Analog, Fanatasy & Sciencie Fiction y la extinta Galaxy, sino que también a marcar tendencia. En efecto, Ellison declaraba abiertamente su intención de establecer nuevos rumbos para el género, de hacer camino que otros seguirían. Tuvo un éxito sin precedentes, tanto así que cinco de sus cuentos fueron nominados al premio Hugo y dos de ellos se llevaron la estatuilla. Nunca antes y nunca después ninguna otra antología ha podido ostentar un logro semejante.

Por supuesto desde los orígenes de la ciencia ficción han existido antologías originales, pero aunque algunas de ellas merecen la pena, en verdad es difícil encontrar otro ejemplo, aparte de “Visiones Peligrosas”, donde la calidad puntual de cada contribución se conjugue con una concepción global del conjunto que tenga suficiente mérito como para pretender dejar una huella trascendente.

Además hoy no estamos en los sesenta. Hoy se ha consagrado la búsqueda de lo antiparadigmático cual santo grial al que todo noble caballero debe aspirar, y aquí no hablamos solo de la ciencia ficción. Las propuestas transgresoras son la norma con la consecuente paradoja de que lo conservador, lo clásico, ha llegado a ser “revolucionario”.

Pues bien. En el número de Octubre/Noviembre del 2007 de Asimov’s Science Fiction su editora, Sheila Williams, nos ofrece un interesante ensayo, titulado “Tendencias”, donde explora someramente algunas de las vertientes más vigorosas que actualmente existen en el campo de la ciencia ficción. Una de ellas resulta ser la “Nueva Space Opera”, un espacio narrativo que intentaría revalidar el romanticismo y la escala épica del subgénero de aventuras espaciales. Como dijimos, la revolución desde lo clásico. Y Williams no vacila en reconocer que uno de los indicadores más potentes de este resurgimiento es la notable antología original de Dozois y Strahan titulada exactamente “The New Space Opera”.

En efecto, a partir de sus palabras de presentación no parece que estos experimentados antologistas, Dozois más que Strahan, tengan la pretensión de pavimentar una revolución del género. -¿O es que quizás carecen de la juventud y entusiasmo de ese Ellison sesentero?- Pero si de consolidar en una obra particular lo que ellos mismo llaman “La Edad de Oro del Space Opera”. No hay duda entonces de que es una antología que tiene una inspiración clara; hacer que hoy día se lea y se escriba Space Opera. Puede ser que la escala sea menor y la meta más modesta, pero Dozois y Strahan buscan lo mismo que Ellison, marcar tendencia.

Pero para compararse con “Visiones Peligrosas” no sólo es necesario tener una meta trascendente, sino que ella debe estar acompañada por calidad. Si es sólo por los nombres, la antología contiene numerosos proceres del género, así como también estrellas rutilantes. Egan, Baxter, Silverberg, Simmons, sólo por nombrar algunos. Pero ello no es garantía, ¿no es cierto? Quizás tampoco lo sea el hecho de que dos de sus historias están nominadas al Hugo, y también lo está Strahan como editor. Pero ambos elementos son un indicio fuerte en ese sentido. Veamos.

Las historias

La obra en sí misma contiene 18 historias de variada longitud y entre las cuales encontraremos verdaderas joyas, algunas gemas en bruto y una que otra piedra carente de valor. Algunas se ajustan a lo que entendemos por una aventura espacial y otras se alejan bastante. Hay relatos de estructura convencional y predecible, y otros son indescrifrables experimentos estilísticos. ¿Como abordar el análisis de tal diversidad? Una alternativa sería ofrecerles escuetas reseñas de cada pieza, pero descuiden que no me embarcaré en ello. En cambio prefiero presentarles lo que a mi juicio son los ejes principales en torno a los cuales se organiza el conglomerado.

Un primer concepto que se repite en varios cuentos, especialmente en Saving Tiamat (Gwyneth Jones) y Art of War (Nancy Kress), es la incapacidad de superar los paradigmas propios de una civilización a la hora de intentar comprender los comportamientos de otra, y las frustraciones y errores a los que tal situación puede conducir. Algo de lo mismo puede apreciarse en Glory (Greg Egan) y The Valley of the Gardens (Tony Daniel).

Como respondiendo a está propuesta The Emperor and the Maula (Robert Silverberg) plantea que si es posible llegar a entender las motivaciones de una entidad alienígena, y cuando eso sucede los beneficios pueden ser enormes. Así le courrió a Sherezade con el sultán de Las Mil y Una Noches, y así le ocurrirá a nuestra heroína en esta historia.

Otro tema que aparece fuertemente perfilado en algunos cuentos es la del impacto que un conocimiento científico superior puede tener en una civilización atrasada, sobre todo en el tema bélico. Tal es el argumento principal de Who’s Afraid of Wolf 359 (Ken McLeod) y de Minla’s Flowers (Alastair Reynolds), dos relatos que además están dentro de lo mejor de la antología. Más tangencialmente, y en un contexto más cibernético, el tópico es abordado también en Blessed by an Angel (Peter F. Hamilton).

La guerra total, esa que concluye sólo con la extinción de uno de los combatientes, nos es presentada en Verthandi’s Ring (Ian McDonald) y en The Valley of the Gardens (Tony Daniel). El primero se desarrolla en el espacio abierto con enormes flotas de naves espaciales listas para el combate. El otro relato ocurre en un oscuro rincón del espacio y el tiempo. Ambos son el final de una larga y angustiante lucha donde la mismisima estructura fisica del universo ha sido sacudida.

Un tesoro perdido, inescrupulosos empresarios, una nave y su intrépido capitán. Space Opera de pura cepa es lo que nos ofrecen Winning Peace (Paul J. McAuley) y The Worm Turns (Gregory Benford). En la misma línea, Splinters of Glass (Mary Rosemblum), sólo que sin naves y en cambio las gélidas entrañas de Europa, la luna joviana. También Send Them Flowers (Walter Jon Williams), esta vez una intriga de amor y dinero en un universo paralelo especialmente inestable.

Y un último tema que merece destacarse es el del teatro y los de las gentes que lo hacen. Maelstrom (Kage Baker) nos expone acerca de las viscisitudes de una compañía teatral en Marte, mientras que Muse of Fire (Dan Simmons) es un homenaje explícito a Shakespeare desde una humanidad esclavizada por una cruel raza invasora.

Sólo nos queda mencionar tres relatos que sería forzado intentar asociar entre sí o con algunos de los ya mencionados. Tenemos a Hatch (Robert Reed), un viaje sorprendente en un mundo extraño y fascinante y del cual sabemos queda mucho más por descubrir. Intrigas a bordo de una nave colonizadora es de lo que trata Dividing the Sustain (James Patrick Kelly), mientras que Remembrance (Stephen Baxter) explora las relaciones entre memoria, identidad y conducta a nivel racial.

¿Qué es lo imperdible dentro de este ramillete? Por supuesto depende de los gustos de cada uno y el mío no es particularmente refinado. Pero déjenme contarles acerca de las fantásticas imágenes y paisajes que conjuran Reed y Reynolds en sus respectivas contribuciones, de la cautivante narración de Silverberg capaz de apaciguar las iras de un emperador, y de la ambicion épica de Simmons. De Egan, Daniel, Rosemblum demasiados favoritos, demasiados buenos momentos. Como aquel en el que me tocó leer a Hamilton bajo un cielo despejado y recostados en el césped mientras mi esposa pintaba una acuarela.

¿Qué más decir? Que no me interesan las tendencias transgresoras ni los híbridos. Que me gusta sentarme al atardecer con una taza de té y una buena historia de ciencia ficción en las manos. De esas de naves y batallas, heroes y villanos. Y que “The New Space Opera” es una experiencia en ese sentido.

THE NEW SPACE OPERA
Editores: Gardner Dozois, Jonathan Strahan.
EOS


NUEVA TEMPORADA

Después de un buen tiempo he decidido reactivar este blog.
Son tiempos interesantes para mi afición por la CF, y creo que vale la pena dejar un registro de todo aquello.
See you soon.